Ayer en el canal hablábamos de los ligues, los rollitos.. de conocer a alguien personalmente.. de cosas así. Creo que quien mas quien menos ha tenido algún día una cita de esas en las que apenas conoce al otro. Puede tratarse de una cita a ciegas organizada por terceros (de tanteo, a ver qué pasa) de una cita de esas en las que ambas partes se conocen por internet (para muchos con el objetivo de acabar en la cama, si todo va bién..) o de una cita con alguien apenas conocido un instante en un bar, entre la bruma de las copas.. ("¿Me das tu número de teléfono..?"). En cualquier caso lo terrible es cuando llega el día de la verdad, te sientas frente al otro e inmediatamente ves que lo previsto no va a ser posible. Que el otro te resulta desagradable: por como come, por como bebe, por lo que dice, por cómo -sin darse cuenta- despliega el abanico de incompatiblidades.. Una vez me encontré en una situación así. Primero pensé: "¿Pe..pero qué hago yo aquí?" Era una pregunta bastante idiota, porque sabía exactamente qué hacía, o qué pretendía hacer hasta ese momento. Luego pensé: "¡Tierra trágame!!". Pero como la tierra no me tragaba, pensé que había que tomar una decisión: usar la imaginación e improvisar una excusa para salir dando brincos de allí, pitando, sin que la persona que tenía enfrente se sintiese demasiado ofendida.
Por fortuna, como -desde los besitos en las mejillas- no habían pasado ni dos segundos cuando ví que aquello no iba a funcionar, le expliqué que, en contra de lo previsto, a las once debía pasarme sin falta por la oficina para terminar algo que se me había olvidado antes de irme de vacaciones. Era absurdo, pero como no sabía nada de mi vida, yo podía perfectamente simular que me marchaba de vacaciones al día siguiente, y que un trabajo inesperado y un despiste, me había impedido realizarlo esa tarde. O ssea, que fuimos simplemente a cenar y, cuando acabamos, me acompañó en su todoterreno hasta la oficina, me dejó en la puerta, entré, el sereno me miró sorprendidísimo -¿..qué demonios hacía yo por allí a esa hora..??- y, para no entrar en la oficina desierta, me entretuve en las máquinas que había en el piso de abajo. Al cabo de un rato, trás cerciorarme de que el todoterreno había arrancado, salí poquito a poco y me fuí a la cafetería de al lado a meditar lo ridídulo de todo aquello...
Fué un poquito antes del boom total de los móviles. Ahora la coartada se ha hecho más facilona. Hoy, quien queda con alguien en una cita de ese estilo pide siempre a un amigo que, a una hora previamente acordada, le telefonee para ver si todo va bien. Si no es así, la llamada sirve de detonante para poner cara de contratiempo -"¡Qué lástima!"- y a continuación exponer una excusa que cada una planifica como le apetece. Hasta el más mínimo detalle, los perfeccionistas. Y, si no se quiere pedir favores a los amigos, ya hay compañías de teléfonos móviles que ofrecen un servicio para casos así. En caso de apuro, todo lo que tienes que hacer es teclear discretamente tres cifras y, un minutito después te llaman. Tú finges sorpresa: "¿Cómo??" ¿Queee??? "¿Dónnndee??? ¡Halaaaaaaa!!!!... " Si no eres persona imaginativa, te dicen qué excusa poner, e incluso qué palabras exactas decir mientras te levantas impetuosamente de la mesa del restaurante o del taburete del bar y sales echando.... chispas hacia el aire libre, suspirando..soplando y jurando no volver a meterte nunca más en una situación así... al menos hasta la próxima vez..